Con frecuencia actuamos por agradar a otros. Por otro lado, hay quien opina que debemos dedicarnos tiempo a nosotros mismos desarrollando aquellas cosas que nos hacen felices realmente.. ¿Se trata de caras opuestas de la moneda o es posible compaginar las dos cosas?

Desde muchos foros se oye pregonar que debemos dedicarnos tiempo, que hemos de actuar por nuestro interés, porque nadie nos da las gracias, “Le doy la mano y me coge el brazo”, “Se aprovecha cada vez que puede…” Por tanto, la consigna de hoy parece ser actuar pensando en uno mismo, sin demasiados miramientos. 

Sin embargo, personas han dado testimonio de encontrar la felicidad ayudando a los demás. Recuerdo ahora con especial cariño, una frase de Tagore que mi madre colocó en la cabecera de mi cama, donde permaneció mucho tiempo. Decía así: “Yo dormía y soñé que la vida era alegría. Me desperté y vi que la vida era servicio. Serví y comprendí que el servicio era alegría”. Esas personas que dicen haber encontrado la felicidad en el servicio y ayuda a los demás, dejando su tiempo, su salud, su vida en obras altruistas, parece estar en oposición con el argumento anterior, ¿Con qué nos quedamos?

Personalmente considero que cualquier cosa en exceso es perjudicial. Es decir, pensar mucho en nosotros mismos y hacer sólo aquello que nos complace, nos puede convertir en unos egoístas redomados. En la otra cara, entregarse en exceso a los demás hace que se resienta la familia y las amistades, por vivir solamente para una determinada causa o acción. Un claro ejemplo está en los misioneros, militares, voluntarios, personal de emergencias etc, que dejan todo por su ayuda a los demás.

Lo ideal sería “ser un poco egoístas” y desarrollar regularmente alguna actividad que nos complazca y nos haga sentir bien, como por ejemplo el deporte, la lectura, o cualquier hobby, al tiempo que dedicamos parte de nuestro tiempo a la ayuda a los demás en cualquier acción altruista. En definitiva se trata de no descuidar ninguna de las facetas de la vida.