Por aquí celebramos el día de finaos

IMG_0023Desde hace años y, cada vez con más auge, ha entrado en nuestra tierra la celebración del “jallogüen”. En clase, cuando intento hablar de las tradiciones del día de finaos, es como si les estuviera hablando en chino. Lógicamente, aquellas costumbres del día de todos los santos o finaos, pervivieron en una situación muy diferente a la nuestra, en la que hoy no tienen cabida, porque los medios de comunicación nos imponen otras modas más consumista.

La tradición cuenta que los más jóvenes iban por las casas de los vecinos preguntado “¿Hay santos? Si desde dentro les decían que si, les entregaba a los niños lo que había en la época: almendras, higos pasados, almendras o castañas (por cierto, muy parecido al truco o trato ¿no?) Ellos iban depositando en su talega o cesta  los productos y cuando la llenaban volvían a sus casas muy contentos. Según los lugares la pregunta cambia, también se habla del «pan por Dios» y otras.

Es frecuente en estos días recordar a nuestros familiares fallecidos. En casa se hacía de dos maneras; acudiendo al cementerio a enramar los nichos u osarios donde reposan los restos de los seres queridos y encendiendo velas de aceite durante el día de difuntos, tantas como personas se desee recordar. Esta última tradición la conservo encendiendo una única vela en recuerdo de los familiares difuntos.

Me viene a la memoria que este día siempre era desapacible, lluvioso. Marcaba, al menos así lo recuerdo, el comienzo del frío y la lluvia. Festivo, porque cerca de mi casa paterna está el cementerio municipal y era mucha la gente que lo visitaba en estos días. Transcurría entre juegos de la época y la mirada atónita al barrio que era una auténtica algarabía de personas yendo y viniendo.

Hay quienes no entienden mi oposición a la fiesta de las calabazas. No es por negarme a que entren otras culturas, ni siquiera por la cuestión consumista.  Lo que más rechazo me produce es celebrar una fiesta del “miedo” del “terror”, de lo negativo. Celebremos finaos, como dicen que también lo hacían en algunos rincones de canarias, cantando, felices, recordando anécdotas de aquellos que se fueron, pero no desde el miedo y el terror.

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