Cuando nuestra opción es anti-…

fotonoticia_20130630123945_500En este maravilloso mundo plural en el que vivimos, existen muchísimos grupos y colectivos que agrupan a personas con intereses comunes. Me llama especialmente la atención los grupos que están en contra de algo. Los a- o los anti-, no porque desconsidere su derecho a expresar libremente sus ideas, sino más bien porque debe ser terrible estar en contra de algo de forma sistemática. 

Pertenecer o tener un ideario, pongamos por ejemplo, apolítico o antipolítico significa que debo establecer un sistema en contra de la clase política por las razones que sean. Por contra, si en lugar de ser anti-, planteara una opción en favor de…, seguramente me esforzaría por pensar en cosas positivas por una causa que considero justa.

Realizo esta reflexión, porque en algunos encuentros con personas que están en contra de cosas, creo apreciar cierta negatividad y beligerancia para defender aquello que consideran justo. ¿No sería más saludable buscar argumentos opuestos pero con un carácter positivo? Volviendo al ejemplo de la política, ¿No sería más adecuado tener unas ideas “para la regeneración y la honestidad de la vida pública?

Es difícil supongo, cuando nos oponemos a algo, cambiar ese pensamiento y darle un sentido positivo. Pensemos en la ley de educación o la reforma de la administración pública. Son muchas las voces que se alzan en contra, pero pocas las propuestas alternativas. Al menos sólo se nos da a conocer lo malo que tienen esas normas y no propuestas para mejorarlas que, seguro que las hay, pero las desconocemos, porque lo único que se transmite, es la parte negativa: “Hay que estar en contra de…”

Es bastante difícil creo caminar hacia la felicidad y un desarrollo personal pleno cuando estamos continuamente rodeados de noticias que van en contra de algo, cuando todo alrededor parece que está mal y sólo hay oposición. Así, aunque de momento parezca complicado, deberíamos pensar en propuestas positivas y alternativas ante otras opciones diferentes a las nuestras. Cambiar ese modo de pensamiento no sólo nos ayuda a pensar en positivo, sino que nos pone en la senda de la felicidad.

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