Leía algunas frases sobre la felicidad y me encontré una interesante. Dice André Gide que «el secreto de mi felicidad no está en esforzarme por el placer, sino en encontrar el placer en el esfuerzo». Es algo que no me canso de repetir a algunas personas. Pensamos tanto en los objetivos que no disfrutamos del trayecto.
De un modo especial me llama muchísimo la atención el uso de las TICS, del que soy un defensor a ultranza, siempre que sea con sentido común. Pero, sin embargo, hay cosas que me escandalizan. Desde hace mucho tiempo veo unas escenas que no comprendo. Se trata del uso de auriculares para escuchar música en el coche. Es una de las cosas que en mi vehículo no están permitidas. Me parece terrible ver a una madre o un padre conduciendo mientras su hijo o hija va en el asiento de al lado con los auriculares puestos.
De un tiempo a esta parte me fijo en otra moda, también mientras se viaja. Los ocupantes del vehículo van abstraídos en sus móviles mientras que el chofer conduce. Terrible costumbre que hace furor en todas las vías… Pero también en clase, en asambleas, en reuniones, mientras el orador interviene, algunos usan sus móviles. Así vuelvo a la idea inicial ¿dónde está el placer, en la llegada o en el recorrido? Se nos va la vida en trayectos que no disfrutamos del paisaje, de la compañía, de la conversación, de la palabra del otro, porque el individualismo imperante dicta que debemos ocuparnos con nuestra música, nuestra mensajería, nuestra red social.
Insisto en que los dispositivos y las tecnologías hay que usarlas pero con sentido común. Ningún dispositivo, de momento, puede sustituir una buena conversación personal. Así qué no la desperdiciemos.