La época estival en la que estamos inmersos, es muy propicia para realizar distintas actividades. Entre las cosas que, con rigurosa puntualidad aparece cada verano, es la pintura. Este año la empresa no ha sido fácil porque estamos inmersos en el pintado exterior de la casa, teniendo que trabajar a una altura de seis y ocho metros subidos a una escalera. Al principio no quería utilizar el artilugio metálico para llegar a las zonas más altas, pero no sé si por orgullo o por novelería decidí subir a las alturas.
Un amigo me dice que le gusta pintar en altura con escalera porque mientras está en la alto “no está pensando en tonterías”, sólo se preocupa de pintar y de no caerse. Incluso, lo utiliza como terapia para mantenerse ocupado. Sin embargo, la escalera me parece como la vida misma. ¿Qué es lo que nos da miedo de la escalera? ¿Qué nos aterroriza? Obviamente la altura, el suelo, lo que queda abajo.
A veces, pienso mientras estoy en lo alto pintando, que nuestra vida transcurre como en la escalera, teniendo miedo de lo que está debajo, de cada escalón del pasado. Tenemos miedo de subir porque cada peldaño nos atemoriza, nos dice que algo malo nos puede pasar (podemos caer). Tenemos miedo por lo que hemos vivido y eso nos paraliza. ¿Por qué sentimos vértigo? Básicamente porque miramos hacia el suelo. Si en la escalera de la vida mirásemos al futuro en lugar de la pasado, seguramente no seríamos tan miedosos. Si en la escalera de la vida subimos cada peldaño como una experiencia nueva y agradable sin mirar atrás, seguramente nuestra existencia será más agradable.
Por tanto, miremos al futuro, subamos la escalera de la vida, con la experiencia que nos da cada uno de los escalones, pero sin dejarnos atemorizar por ellos. La experiencia de seguir hacia arriba debe servirnos para tomar todas las precauciones tal como sujetar la escalera a un lugar seguro y amarrarnos con un arnés para no caer, pero lo que no debe es bloquearnos por miedo, por inseguridades, por malas experiencias. ¡subamos la escalera!