Eliasú dormía plácidamente en su confortable cama, cuando le despertaron. Le llamaban desde recepción, así que no tuvo más remedio que acudir. Al llegar a la entrada del hotel no vio a nadie, por eso se dirigió a una de las chicas que atendía tras el mostrador. Ella le informó que le esperaban fuera. Salió por la puerta giratoria y había un hombre mal vestido, con lonas de alpargata, pantalones oscuros raídos y sucios. Y una camisa que en su momento fue blanca, pero ahora estaba desagrada y parecía más de color beis.
Se trataba de Manuel, un campesino de san Bartolomé que dedicaba toda su vida a la labranza. El chico no se resistió a acompañarle, pues pensaba que la agricultura es una parte importante de la vida de la isla y, por tanto, había de conocerla. En poco tiempo se encontraron en el pueblo natal de Manuel, San Bartolomé. Allí Eliasú se quedo impresionado por las murallas que rodeaban cada una de las plantas de viña. Creyó que era el paisaje más hermoso que había visto nunca. Un contraste enorme entre la negrura del suelo y lo verde queriendo salir de la tierra. Consideraba que era una enorme hazaña de la vida por subsistir en un medio tan inhóspito.
Parecía que el hombre del campo le estuviera leyendo el pensamiento; porque le interrumpió para hablarle de la lucha del hombre por vivir en un terreno que no es fértil. Es todo desafío a la vida. Nadie apostaría por la vida en un terreno árido de lava volcánica. Cualquiera habría emigrado, pero el agricultor de Lanzarote ha luchado contra todos los inconvenientes para subsistir con muchísimo sacrificio. En esta isla, le dijo Manuel, apenas llueve unos quince días al año. Imagínate, ni con los mejores embalses podríamos recoger esa agua para aprovecharla en nuestros campos….
Entonces ¿cómo han hecho para vivir? pregunto Eliasú. Ha sido todo logro. Un ejemplo que muchos deberían seguir. A veces, prosiguió Manuel, ante las dificultades nos hundimos. Sin embargo, el campesino de Lanzarote, no se ha pasado la vida lamentándose por su desdicha, sino que ha aprovechado los recursos de los que dispone para salir adelante. La piedra volcánica ha servido para levantar paredes que protegen a sus plantas de las inclemencias del tiempo, especialmente del viento. Y el picón, también producto de la lava, sirve para retener la humedad. De esa manera todas las plantas son rodeadas de picón para aprovechar la frescura de la noche y, de esa manera, tener un riego natural. La parte negativa es que se consume mucho terreno con este sistema. Lo positivo es que se consigue una producción única por este modelo de cultivo.
Existen parras que llegan a proporcionar hasta ciento cincuenta kilos de uvas. La variedad de Lanzarote, el malvasía, es elogiada en todo el mundo. Además, estas plantas no han padecido enfermedades porque debido a la aridez del terreno, las plagas no han podido con la vid, como sucedió en otros lugares de Europa y el resto de Canarias. Visitaron otras plantaciones de cebolla, tómate y otros productos, quedando gratamente sorprendido por la avidez de las personas para enfrentarse a la adversidad.
Así debes ser tu Eliasú, como el campesino de Lanzarote, debes crecer y buscar soluciones ante las dificultades y no huir. Porque cualquier problema no es una carga, sino una prueba para tu ingenio, de forma que puedas mejorar y aprender más cada día.
Aquellas palabras le parecieron de una enorme sabiduría. Manuel le invito a que visitara la playa de Famara, donde se refrescó en sus aguas tibias después de otra tan aventura en la isla.
