De esta manera suelen empezar algunas conversaciones. Creemos que sabíamos algo y por eso tomamos, en ocasiones, la decisión equivocada. El ser humano es bastante complicado y necesitamos responder a casi todas las situaciones. Por eso, la falta de comunicación nos conduce a «pensar por los demás», dando lugar a malos entendidos.
Yo creí que tu pensabas…. quedarte…, que no te gustaba…., que preferías… y así podemos continuar la frase de un montón de maneras distintas, provocando múltiples situaciones, cuando lo más sencillo sería preguntar directamente, evitando malos entendidos, problemas a los que me parece que somos tan aficionados.
Un tío materno tenía un dicho maravilloso: «Más vale pasar unos minutos colorado que toda la vida descolorido». Esa afirmación, la hice mía y por eso prefiero preguntar cualquier cosa, antes que hacer interpretaciones o pensar por otros. O al menos, trato de no sacar conclusiones sobre otras personas. Si no comprendo algo y no quiero o no puedo preguntar, a mi me vale un «tendrá sus motivos»
La cuestión es que muchas veces sacamos conclusiones de aquello que no preguntamos, haciendo interpretaciones erróneas de lo que percibo. Pongamos un ejemplo. Veo a un conocido que tiene mala cara y del que alguien había dicho que no está pasando un buen momento con su pareja. Es probable que nuestra cabeza empiece a buscar todo tipo de justificaciones: «seguro que se dejaron», «están enfadados», «habrán discutido…» y miles de pensamientos más. Lo peor del caso es cuando esa interpretación personal la comparto con alguien, porque a partir de entonces puedo agravar el problema, multiplicando una sensación personal equivocada. Porque lo que realmente ocurría, después de preguntar era que vi a ese conocido camino del dentista con un dolor de muelas terrible.
No saquemos conclusiones antes de tiempo. «Pasemos unos minutos colorados…» o, en el peor de los casos pensemos «sus razones tendrá» antes de sacar conclusiones