La tormenta nos recuerda nuestra fragilidad

vientoEstamos empezando a habituarnos en estas islas a sufrir fenómenos meteorológicos adversos. Por el mes de noviembre vivimos unos días complicados y ahora en marzo se repite nuevamente. Hay quien opina que hace años sucedían estas cosas y no pasaba nada, ahora parece que nos alarmamos con más facilidad.

Sin embargo, el mal tiempo, quedarse en casa, perder el suministro eléctrico, parar durante unas horas nos recuerda, probablemente, la fragilidad humana. A veces tanta tecnología, tanta velocidad, tanto hacer cosas sin parar nos hace creernos que somos el ombligo del universo. Parar y contemplar la virulencia de los fenómenos atmosféricos nos recuerda que somos muy frágiles.

Vivimos muchas veces pensando que nada nos puede ocurrir, que somos superhéroes, que la vida es eterna. En esta ocasión, por suerte, el temporal no ha causado daños personales pero  sí que da miedo observar la fortaleza del viento azotando las ventanas, recordándonos lo frágiles que somos.

Cuando alguien fallece, a modo de jaculatoria, hay quien repite “no somos nada” pero nuestra vida no se desarrolla en esa clave y vamos dejando proyectos, viviendo levemente, sin apreciar las cosas buenas que nos da la vida, como disfrutar de este temporal y de este tiempo de descanso obligatorio.

Somos frágiles y debiéramos vivir intensamente cada momento de nuestra vida, porque cualquier temporal, por pequeño que sea, puede cambiarnos la vida en un segundo para siempre. “Carpe Diem”, vive… antes del próximo temporal…

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