Ilumina y no difumines

 Hay muchísimas personas que brillan con luz propia.  Personas con las que nos encanta estar, compartir nuestras vidas.  Nos hacen sentirnos bien, dichoso, feliz, disfrutamos de la vida junto a ellos.  Sin embargo, hay otras que se empeñan en difuminarlo todo. Constantemente lo ven todo negativo, al revés. Por eso, deberíamos rodearnos de esas personas que tienen luz Y evitar aquellos que se empeñan en difuminarlo todo. 

Al hablar de personas que brillan No me refiero a personajes famosos. Ni siquiera a aquel que destaca del grupo.  Se trata, más bien de personas sencillas, Gente sincera que simplemente pone toda su vida en lo que hacen. No destacan precisamente por ser los más ingeniosos del grupo, ni siquiera por saber contar el chiste de forma elocuente o tener la respuesta rápida y acertada siempre. Son personas que brillan simplemente por su sencillez.

Sin embargo la sociedad de hoy premia a los difuminadores. A aquellos que se llevan el aplauso fácil y rápido, gozando de cierto prestigio popular. Porque nos han enseñado que lo estético prima sobre cualquier otra posibilidad, que lo importante es destacar, ser “famoso”, tener el premio del aplauso. Esas personas, en lugar de brillar, difuminan la realidad, nos ofrecen una sociedad donde lo importante es lo que tenemos y no lo que somos. Un mundo repleto de comunicación donde se habla poco. Nos impresiona el prestigio, la popularidad y bastante poco otros valores indispensables como amistad, la felicidad, los afectos y las emociones.

 

Por eso lo bueno sería no difuminar la realidad, sino presentarla tal cual es. Seríamos mejores si, en lugar de verlo todo  con ese espray difuminador que nos dan los medios de comunicación y los grandes intereses comerciales, pensáramos un poco más por nosotros mismos. Sería muy importante alejarnos y ser críticos con tantas información difuminada, parcializada, interesada que llega hasta nosotros…

Brillar con nuestra propia luz supone no dejarnos influir por esas situaciones externas y dañinas que nos hacen tener casi un pensamiento único, bajo la pena que supone desentonar en el grupo al que pertenecemos, convirtiéndonos en personas mediocres.  Brilla con tu propia luz sólo desde ti. De tu propia reflexión e interioridad, sin dejarte llevar por lo que “quieren los demás que hagas” Así, desde le verdad, irradias felicidad

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