Trauma post-vacacional

Seguramente es una de las cosas de las que más se habla en estos días. Al finalizar las vacaciones, con la vuelta al trabajo, algunos experimentan algún tipo de estrés al incorporarse nuevamente a las tareas cotidianas. También creo que cada año me repito en esta reflexión al llegar septiembre. Porque, aunque es lógico que nos cueste adaptarnos a la nueva situación, hablar de estrés, trauma, me parece algo exagerado. ¿Hubo estrés, trauma, cuando empezaron las vacaciones? Si no ocurrió en el comienzo del periodo estival, que también supuso un cambio de horarios, rutinas, etc., no debería haberlo ahora.

Lógicamente hay que dejar de lado las situaciones en las que, por la delicada situación económica que atravesamos, la dificultad en las empresas, la inestabilidad laboral, haga que algunos recomiencen su periodo laboral sin saber a ciencia cierta cuál es su futuro. Ahí, lógicamente, el estrés está más que justificado. Sin embargo, es bastante poco comprensible cuando se trata de alguien que tiene su trabajo asegurado y simplemente tiene que empezar de nuevo, hable de problemas para incorporarse al trabajo.

Los problemas de la vuelta al trabajo están relacionados con falsas creencias que, desde muchos ámbitos, se nos han dado como buenas. Se trata de una serie de afirmaciones que van modelando nuestro pensamiento y, al final, terminamos creyendo en cosas absurdas. ¿Es mejor estar ocioso que trabajar? Algunos responderán afirmativamente, sin embargo, está demostrado que el trabajo, la ocupación, el desarrollar alguna tarea es muy bueno para la persona, porque se siente útil, miembro de un grupo de trabajo activo, cooperador en la sociedad, aparte que recibe una remuneración con la que hacer frente a sus necesidades. Nuestros mayores, cuando se jubilan sí que entran en una depresión, porque dejan de trabajar y casi son apartados como objetos inútiles que no sirven en la sociedad.

Pero se nos siguen dando mensajes dirigidos a unificar el pensamiento como ¡Qué bueno el fin de semana!, ¡Qué buenas las vacaciones! ¿Entonces el que esté encantado con su trabajo es un lunático? Al que disfruta de su trabajo y le encanta lo que hace, ¿es un loco? La clave está, bajo mi humilde punto de vista, en disfrutar de aquello que hacemos, justo en el momento en el que lo hacemos. Algo que, en general, no efectuamos. Es decir, el lunes estamos pensando en que llegue el viernes y, cuando llega el viernes, estamos pensando que el lunes habrá que trabajar, con lo cual ni disfrutamos del trabajo ni tampoco de las vacaciones. Lo bueno y saludable, por tanto sería disfrutar muchísimo de las vacaciones y del tiempo libre y hacer lo mismo cuando trabajamos, porque en cada una de esas tareas es maravillosa.

Pensemos por tanto en todo aquello bueno que tenemos y disfrutémoslo. Hay muchos refranes que apoyan esta teoría a la que no hacemos mucho caso, tales como “La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse”, “La vida no es un problema que tiene que ser resuelto, sino una realidad que debe ser experimentada”, “Celebra tu vida antes de que sea demasiado tarde”, “Carpe Diem”, “la vida no consiste en querer tener cosas sino en disfrutar de lo que tenemos” y podríamos llenar mil libros con frases como esta. Lo bueno sería que tomáramos una y le hiciéramos caso.

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