Es un viejo dicho que se aplica a personas que abundan en nuestro entorno. Gente que únicamente busca destacar, tener mucho y más, ser el objeto de todos los elogios, sin caer en la cuenta que ninguna de esas cosas son importantes en la vida. Ni comen ni dejan comer se dice de quienes ocupan algún lugar destacado en el entorno y no quieren dejarlo por nada del mundo, porque consideran que sin esa distinción dejan de ser importantes, sin darse cuenta que el destacar no tiene es relevante…
La sociedad hoy nos inclina a una serie de valores que no generan la felicidad, al menos no nos dan una felicidad duradera. Hoy admiramos a quien luce un cuerpo bonito en la playa, a quien la vida le sonríe porque ha tenido suerte, a quien tiene dinero y puede permitirse ciertos lujos. Pero, si pensamos un poco y le quitamos a esas personas esas situaciones accidentales, ¿Que ocurriría? Al guapo lo despojamos de la belleza, al que tiene suerte de su fortuna y al rico de sus lujos, nos quedaríamos con pobres personas que no saben vivir, necesitan recibir la aprobación de los demás para ser quienes son. Si pierden esa distinción pierden la vida. Son individuos que demandan alimentar su ego con nuestra aprobación y admiración. Se convertirían en quienes ni comen ni dejan comer.
La felicidad no se encuentra en lo que opinen de nosotros. La felicidad está en lo que tu opines de ti. De tu autoestima. No puedes esperar que los demás aprueben tu conducta, tu suerte, tu físico para poder ser feliz. Así muchos se afanan en machacarse en el gimnasio, en trabajar como negros para conseguir tener el coche último modelo y así gozar de cierto prestigio, pero si se desposeen de todo lo que les rodea, ni comen ni dejan comer.
Por eso hay quienes se empeñan en darnos esos falsos ideales de felicidad. El placer da la felicidad. Lo mejor es unas vacaciones de ensueño en el Caribe, lo ideal es consumir. Y muchos siguen comiendo de esa falsa felicidad, que nos alegra y nos hace sentirnos bien mientras dura el éxtasis de las vacaciones o con la ultima adquisición. Perro en cuanto nos aburrimos volvemos a la misma monotonía. A no tener hambre ni ganas de comer.
Por eso la libertad y la felicidad no está en hacer caso a los que «ni comen ni dejan comer», sino en el diálogo interior, en la autoestima, en tu fe y tus creencias, siendo critico con todo aquello que nos rodea. Teniendo muy claro que lo material no es eterno y que debemos buscar nuestro «yo» alejado de todos nuestros accidentes para no convertirnos en personas que ni comemos ni dejamos comer.