Vivimos despistadamente

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La vida se nos pasa sin darnos cuenta. Las horas, los días, las semanas, van transcurriendo, a veces de manera monótona, sin disfrutar el momento. Algunos, atrapados en el pasado o agobiados por el futuro ven desfilar las jornadas sin prestar mucha atención. Lo que ocurre es que cuando empezamos a darnos cuenta que la vida se nos escapa de las manos, quizá ya es demasiado tarde para recuperar el tiempo perdido.

Vivir en el pasado Es problemático porque significa estar muy marcado por todo aquello que nos ha sucedido. «Nunca he podido hacer eso…», «siempre me ha dado mucho miedo», «Yo soy así y no lo puedo evitar», son frases que nos mantienen anclados en acontecimientos ocurridos hace años y que nos impiden avanzar. Quizá la parte más dramática de vivir en el pasado sea la de estar marcado por un acontecimiento y que no hemos superado. Un accidente, un suceso que pasó tiene a muchas personas bloqueadas y les impide continuar su camino. «Es que cuando era pequeño/a mi familia (un amigo, un vecino)…» me hizo sufrir mucho y ya desde entonces no lo he vuelto a intentar.
Debiéramos dejar el pasado atrás, aunque sea con la ayuda de un especialista, porque lo que no parece muy lógico es que dejemos de vivir, de disfrutar este momento por acontecimientos que nos marcaron con anterioridad. Hay que dejar el pasado donde ocurrió y pensar en el ahora y lo que voy a hacer hoy.

Preocupados por el futuro La situación actual, quizá ahora más que nunca, nos hace vivir con incertidumbre el futuro. No hay estabilidad laboral, existe un clima de conflictividad social importante que puede ir a peor, estamos en periodo de verdadera crisis y eso, lógicamente crea angustia en las personas. Sin embargo, lo que está clarísimo es que por mucho que hagamos hoy, no podemos predecir ni cambiar los acontecimientos futuros. Así, por tanto, siendo mínimamente lógicos, es fácil caer en la cuenta que agobiarse por el mañana no tiene ningún sentido, salvo autoinflingir malestar en nosotros mismos. Eso no significa que si mañana tengo un examen no lo prepare o si tengo que hacer un trabajo importante no dedique tiempo suficiente hoy a preparar esa actividad prevista, bajo la excusa de no poder cambiar los resultados de mañana. Supone, más bien es que si el día 3 de septiembre tengo que incorporarme al trabajo después de las vacaciones, no esté desde hoy «comiéndome la cabeza» con el regreso al trabajo, sino que debo preocuparme y si frutar hoy de este día tan maravilloso que tengo delante.

Estado de angustia permanente Hay personas que se acusan de tener mala suerte, que nada les ha ido bien en la vida. Es posible que nada les haya ido bien porque han estado tan resentidos por el pasado o preocupados por el futuro y han dejando pasar las oportunidades. Vivimos despistadamente cuando se nos presenta una oferta y respondemos «es que no puedo porque mañana tengo que…», «es que este es mi carácter y no podría hacer una cosa así». Vivimos despistadamente, sin estar conscientemente en el aquí y ahora, sino atados por prejuicios pasados y por el riego que supone comenzar algo nuevo. Deberíamos dejar los miedos, liberándonos de la pesada carga del futuro, con los ojos y la mente abierta al aprendizaje, a lo nuevo… De esa forma, el éxito estaría siempre con nosotros. Viviendo ahora, el presente, la vida…

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