A nadie le gusta ser el último. Es raro encontrar personas que no quieran ser los mejores en lo que hacen y destacar por ello. Es natural que nos esforcemos en destacar en los estudios, el trabajo, los amigos… tanto de forma positiva como negativa. Hay quienes llaman la atención por hacer cosas buenas y los hay quienes destacan por lo malo. Llamar la atención, destacar, ser el primero, es algo, probablemente consustancial a la persona. El ser humano está necesitado, no sólo de la relación con los demás, sino de ser valorado por los otros.
A nadie le gusta estar al final, ni cruzar el último la meta, ni acreditar la peor reputación. Generalmente queremos destacar, que se nos valore por aquello que hacemos. Sin embargo, rara vez caemos en la cuenta que ese prestigio, ese primer lugar que buscamos tiene la finalidad de agradar a…, de ganarnos la confianza de…, buscar un ascenso, etc, en el caso de situaciones positivas. También las hay en el lado opuesto, es decir, quienes van a la fiesta y destacan por que arman jaleo para hacerse notar, quienes se quedan apartados en una esquina para que alguien se fije en su persona. Todos buscamos la aceptación y ser valorados por los demás.
Sin embargo, esa búsqueda del prestigio no siempre obtiene los resultados que todos deseamos, porque por mucho que algunos afirmen que es posible, no podemos conseguir que el mundo gire a nuestro gusto. Puede ocurrir que no llamemos la atención de quien pretendemos. Puede suceder que los efectos que deseamos no son que nos propusimos. A partir de ahí surgen las preguntas y las dudas ¿debo ser siempre el primero?, ¿qué pasa si soy el último?, ¿es cierto que los últimos serán los primeros? Creo que el objetivo fundamental no debe ser agradar a los demás, sino agradarnos a nosotros mismo y eso, a veces, es más complicado de lo que parece.
Es muy fácil agradar a los demás. Sé que a mi pareja no le gusta el fútbol y no lo veo. A mi chico o a mi chica prefiere la playa y este verano me he puesto como un tizón. Y todos tan felices, pero es ¿realmente eso lo que yo quiero? A veces nos acostumbramos a hacer cosas por agradar a los otros y terminamos haciendo lo que no queremos olvidando nuestros propios gustos. El tener prestigio, agradar a los demás, el ser el primero, no debiera ser una actividad social, sino una actitud personal. Es decir, debo preguntarme si aquello que estoy haciendo es realmente lo que quiero. ¿Me gusta lo que estoy estudiando?, ¿Soy el mejor (para mí) en el trabajo? Si consigo ser el mejor para mi, no tratando de agradar a los demás, conseguiré, sin lugar a dudas, tener una buena posición frente a los demás. Si, por el contrario, estoy continuamente fingiendo para ganarme el prestigio de otros, más pronto que tarde, se notará que vivo en una mentira.
Por tanto, busca el éxito personal, aquel que te hace sentirte mejor a ti, no a los demás. Busca la forma de ser feliz tu, con aquello que haces, no con lo que agrada a los demás. De esa forma conseguirás los éxitos, porque si personalmente te encuentras bien, irradiarás ese bienestar a los demás.