Hoy hace un año

Muchas cosas cambiaron para siempre hace un año. No sé si para bien o para mal. Seguramente para bien, porque todo lo que nos ocurre, siempre lleva implícito un aprendizaje. Y ocurrió, como pasan estas cosas, en un segundo. En apenas unos instantes, un despiste, un traspié, una tontería que cambia tantas cosas para siempre.

Sucedió, como ocurren estas cosas. Nos preparábamos para ir a la playa y el teléfono sonó, frío como siempre, para transmitir una mala noticia. Había ocurrido un accidente. No es grave, parece. Está consciente, se golpeó la cabeza, está en en Centro Médico, la llevaron en ambulancia. No te preocupes, yo voy al médico y te llamo con más noticias…

Sin embargo, esa intuición maravillosa que todos poseemos, me decía, que no era tan sencillo. La comida ya estaba preparada, el bolso de la playa esperaba en la puerta, pero cambiamos de planes. Dejamos el bolso como estaba y la comida en la encimera, vamos a ver que ocurre…

A medio del largo camino sonó el teléfono nuevamente. La intuición funcionó, la cosa no era tan sencilla, del Centro de Salud, rápidamente hacia el hospital. Y allí unas angustiosas horas. Terribles horas en la sala de espera de la UVI. En las primeras horas de la tarde, peores noticias aún. «Vamos a operar urgentemente, su vida corre peligro»

Hoy hace un año y no estoy sumido en la tristeza. No pienso que se podría haber evitado. No busco culpables. Simplemente lo recuerdo. Y lo recuerdo, porque no es bueno olvidarnos de aquello que sucedió, porque también llevó implícito algo positivo…

Aprendí, una vez más, que la vida, nuestra existencia, está compuesta de pequeños momentos. De minucias, tonterías, fracciones de segundo en las que todo cambia para siempre. Por eso deberíamos estar más atentos a lo que nos ocurre. No pasar por alto los acontecimientos cotidianos. No desaprovechar ningún instante, porque en cualquier momento, cuando menos te lo esperas, todo cambia en un sólo segundo.

No me siento triste, por recordar lo que sucedió hace un año. Tampoco hay que celebrarlo. Pero, de lo que sí estoy convencido, es que todo este proceso ha añadido muchos valores y aprendizaje a mi mochila de la vida.

Hoy hace un año del accidente de mamá. Su vida cambió para siempre, también la de su familia, pero lo más importante no es recordar el acontecimiento triste, sino saber que todavía está con nosotros, con muchas secuelas, pero está para disfrutar de su compañía, de la sabiduría que nos dan nuestros mayores, para enseñarnos como convivir «un poquito» con la enfermedad, para mostrarnos una realidad, muchas veces velada, que son nuestros ancianos. Hoy hace un año… ¡como pasa el tiempo!

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