Una vez más, nuestras islas se vuelven a ver afectadas por la terrible desolación de las llamas. Una vez más, miramos hacia nuestros montes con impotencia y desolación pensando si se podría haber evitado, si los medios con los que contamos son suficientes… Es llamativo, no obstante, que los hidroaviones se incorporen a las labores de extinción dos días después de comenzar el fuego, ¿no deberíamos contar con alguno de estos aparatos en nuestras islas?
Sin embargo, no quería escribir en esta mañana sólo de los incendios producto del fuego, sino de otro incendio muy llamativo. La red también se ha incendiado de comentarios, fotos, imágenes que algunos colgaban desde los lugares cercanos al desastre y que se propagaban tan rápido como el fuego por las redes sociales.
Hace años se tenía información de este tipo de acontecimientos a través de los medios de comunicación convencionales, con la radio especialmente, por su inmediatez. Hoy, como hemos comprobado, son muchos los focos desde los que nos llegan las noticias y es muy difícil digerir toda la información. Cualquier persona provista de un teléfono móvil con conexión a internet se convierte en periodista mostrando fotos y videos desde el lugar de los hechos. Es frecuente, también, que mientras seguimos los acontecimientos a través de los medios de comunicación convencional, al tiempo, estemos compartiéndolos en las redes sociales y comentándolos con otras personas.
Es llamativo que el domingo por la tarde noche, cuando se empezaban a tener datos sobre la gravedad del incendio, éste era uno de los diez temas más hablados en twitter. El incendio era una de las charlas estrella bajo en toda España el hastag “Barranco del Infierno”. Significa que muchas personas estaban preocupadas por lo que ocurría en la isla, pidiendo información, preguntando y haciendo un seguimiento en la red desde cualquier lugar del país.
Internet, por tanto, tiene un papel fundamental en la sociedad actual. Empieza tener mucha fuerza el uso de los medios tecnológicos en nuestra vida cotidiana, tanto como acceso a la información, como para compartirla. Esto, lógicamente, plantea un gran reto. Ser capaces de separar lo que es polvo de la paja. Una imagen o información falsa puede circular por la red con mayor velocidad que el fuego por nuestros montes. Por tanto, hay que ser prudentes a la hora de seguir la información por las redes sociales y tener un buen estómago para saber digerirla.