Las personas desde siempre han necesitado «bebidas energéticas» para conseguir aquello que se proponen. Esas bebidas, no se presentan siempre de las formas que conocemos, sino que aparecen en nuestra sociedad en forma de amuletos, hechizos y supersticiones que toman algunos en busca de la felicidad y bienestar. Así, tomamos bebidas energéticas para que nos aporte, tal como reza en la publicidad, un poco de energía extra para afrontar una tarea, sin ser conscientes de que la fuente de energía está en nosotros mismos.
En muchos establecimientos encontramos bebidas energéticas. Ademas, hay quienes toman pastillas para dormir o que les permita superar algún problema. Otros ingieren productos, que crean dependencia, bajo los cuales dicen sentirse mejor, evadiéndose de la realidad. Hay quienes depositan sus esperanzas en juegos de azar, creyendo que cada semana puede cambiar radicalmente su vida, si les toca la suerte. Hay un grupo, también importante de personas, que no se separan de algún amuleto, moneda, fotografía, imagen religiosa que les acompaña siempre y sin la cual no podrían vivir, porque ese objeto es fuente de su dicha.
Sin embargo, no somos conscientes que nosotros somos nuestra propia fuente de energía. Puede suceder que, por alguna enfermedad o problema, determinadas personas necesiten alguna ayuda para poder vivir normalmente. Lo que no es lógico es que centremos en objetos externos a nosotros nuestra fuente de felicidad. La dicha o la desdicha no está generada por ningún producto ajeno, sino que cada cual con sus pensamientos, su forma de ser y actuar construye su propia realidad. No es cierto que alguna bebida o producto sea capaz de cambiar radicalmente nuestro estado de ánimo. Puede ocurrir que nos ayude, pero sin una predisposición y voluntad de cambiar ese estado, es imposible. Es decir, puedo tomarme un caja completa de bebida energética, que si lo hago en casa, solo, lo único que puede ocurrir es que me indigeste. Sin embargo, si no he dormido bien y necesito estar despierto, es probable que la bebida me ayude. Pero ¿Hasta donde llega el efecto de la bebida y hasta donde el deseo o necesidad de estar despierto? No creo que ningún estudio serio sea capaz de afirmar que una cosa está desligada de la otra.
Hoy, desgraciadamente, descuidamos nuestra mayor fuente de energía. Nuestra mayor riqueza es la interioridad. Muchos creen que determinados productos nos van a ayudar a sentirnos mejor y por eso los toman. Pero no cabe ninguna duda que a una persona sana no le hacen falta las bebidas energéticas, sino que una mente y espíritu sano es capaz de generar la energía suficiente para vivir y ser feliz.