La sonrisa de un niño,una solución ante la crisis

La sonrisa de un niño, lo mejor ante la crisis

Anoche me fui a dormir intranquilo, dándole vueltas a la crisis, como supongo que muchas otras personas que, ven con incertidumbre su futuro y el de todos sus amigos y familiares que empiezan a estar tocados por los problemas económicos. La preocupación viene especialmente porque, después de algún tiempo de austeridad, no aparece ninguna luz al final del túnel, sino más bien lo contrario. Según avanza el tiempo, parece que la situación es peor.
Haciendo una reflexión política, creo que muchos españoles votaron un cambio hacia el PP, pensando que nos sacarían de la crisis, sin saber que la situación era más grave y que habría que efectuar numerosos recortes. No obstante, nadie se esperaba unos ajustes de tal profundidad y que afectarían a todos los sectores de la sociedad. A todos menos a uno: A la clase política que simplemente se han apretado el cinturón al ritmo de los funcionarios, sin renunciar a ninguno de sus privilegios y sus salarios imponentes. Lo que sucede, cuando todavía no ha pasado un año de las elecciones, es que muchos se sienten defraudados por un gobierno que está limitando la capacidad de crecimiento y de bienestar de la sociedad.
Por mucho que nos queramos abstraer de todos estos problemas, es imposible, porque quien más o quien menos, tiene un familiar o amigo que es médico, funcionario, pensionista, que está viviendo en sus propias carnes las consecuencias de tanto recorte. Por eso existe una insatisfacción con su vida personal, porque cualquier documentación que hemos de resolver, ha de ser ante un funcionario malhumorado, un médico que está desmotivado o un profesor que está atiborrado de trabajo y de niños en su aula.
Por eso, parece que estamos abocados a una vida desolada, en la que poco se puede hacer. De nada han servido las protestas ni las huelgas. Los recortes han seguido llegando uno tras otro. Sin tener en cuenta el malestar social, bajo el argumento que es un mal necesario para salir de esta situación. Así, parece que, como remedio, sólo queda la resignación y esperar no perder el trabajo, para seguir formando parte de la élite que hoy tiene la tremenda suerte de percibir un salario a fin de mes.
Con esa premisa, salgo a pasear esta mañana con el fin de despejar un poco la cabeza, buscando algo de impulso en la música y el aire libre de un nuevo día radiante. En medio del camino una madre pasea con su bebé, que responde a mi mirada, con una tremenda sonrisa y los brazos en alto, con una gran alegría y felicidad en su rostro. ¡Ahí está la vida! Me dije. ¡Qué más da lo que digan nuestros políticos! No importa lo que nos puedan hacer o decir. Lo importante es la vida y la esperanza. ¿Qué esperanza debe tener aquel bebé ante este panorama? Muy sencillo, la de responder con alegría y felicidad con la que me saludó. Lo más importante es la vida, que es un regalo que hemos de saber disfrutar, sin dejarnos influir demasiado por las cosas negativas que nos rodean. Porque nuestra vida es el mayor tesoro que tenemos.
Hoy, además, leía en el evangelio “no te preocupes por lo que tienes que llevar, ni oro ni plata, ni alforja de viaje, porque todo obrero merece su sustento”. Me viene como anillo al dedo para recordar que lo más importante que tenemos es nuestra vida y que quizá nos andamos preocupando demasiado de las cosas materiales. Así que cuando veo la sonrisa de aquel bebé, entiendo que debiera dejarme llevar más por todas aquellas cosas importantes para la vida de las personas, “dejar a los políticos que se encarguen de la política” y al resto de personas debemos recibir el enorme trabajo de celebrar cada día la vida, que se muestra en la sonrisa maravillosa y trasparente de aquel bebé.

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