Preocuparse por el mañana no soluciona nuestros problemas

La sociedad actual nos ha traído algunas actitudes poco saludables, como la excesiva preocupación por el futuro. La raíz de esta forma de actuar puede deberse a la incertidumbre por lo que va a ocurrir o el querer cumplir con los  compromisos a largo plazo. Tal vez un contrato que ha de cumplirse durante muchos años, una hipoteca o una compra aplazada  hace, en ocasiones, que no disfrutemos del momento presente. Así, por tanto, preocuparse en exceso por lo que pasará en el futuro, no es bueno, ni saludable y mucho menos práctico.

Mario trabajó durante toda su vida. Al principio lo hacía con ahínco e ilusión. Ser camarero, no era un gran oficio, pero pensaba en reunir lo suficiente para poder tener su casa, su coche, viajar… Le hacía tremenda ilusión viajar a La India. Así que las semanas las pasaba esperando que los domingos tuviera una buena propina para sus proyectos. Los meses pasaban pensando en las vacaciones y las pagas extras las ahorraba con la finalidad de conseguir las metas que se había propuesto. Encontró una chica con la que se casó y pospuso para el futuro su viaje. Vinieron los hijos, de modo que un mes era el material escolar, al siguiente el médico, un pago inesperado, el seguro… Así pasaron los años pensando que quizá el próximo podría hacer su viaje, y así el otro y el siguiente… Al llegar a una edad madura, Mario veía como vida se iba marchitando y creyó que en la jubilación sería el momento adecuado para realizar su viaje y puso en ello toda su energía. Cierto día Mario, próximo a jubilarse no pudo llegar a su trabajo, se sintió indispuesto y lo trasladaron de mañana al hospital. Aquel fue su último viaje. Su indisposición resultó ser un infarto, así que sus proyectos quedaron definitivamente suspendidos.

Con esta pequeña historia quería ilustrar lo que les pasa, en ocasiones, a muchos. Van dejando sus proyectos, posponiendo cosas, pensando en que quizá mañana, será un buen momento y se nos van los días, se nos va la vida, en una angustia constante, por esperar un mañana mejor que no termina de llegar nunca. De esa manera se pasan los días, las semanas, los meses y los años, desarrollando una vida incierta, preocupados por un mañana que desconocemos y no podemos predecir.

Pasamos los días pensando que el mañana nos dé otra oportunidad. Creyendo que quizá el nuevo despertar nos sacará por arte de magia de la situación en la que estamos y nos convertirá en un príncipe o princesa que todo lo tiene.  Sin embargo, andar agobiados por ese hipotético “mañana” no es bueno, porque es mejor dejar de preocuparse y empezar a “ocuparse” en aquello que queremos conseguir. No es adecuado estar esperando que las cosas cambien, también nosotros hemos de poner de nuestra parte. ¿Cuál es tu objetivo? Realizar un viaje, materializar un sueño… Pues será bueno ponerse manos a la obra y no estar esperando a una oportunidad mejor, porque eso nos empaña nuestra visión de futuro.

Estamos en momentos de crisis. Hay precariedad, problemas de difícil solución y puedo amargarme la vida pensando que puede que mañana me despidan, que no podré hacer frente a mis gastos, no tendré vacaciones… O también, puedo despertarme pensando que hoy es un día maravilloso y que tengo que disfrutar de él. Cuando se plantee la situación de dificultad, ya veremos como se afronta, pero de momento, es mejor vivir intensamente este gran día. Leí una gran frase hace unos días, decía así “Sólo hay dos días en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana” Así que ¿para que voy a perder mi tiempo y mi esfuerzo en algo que no puedo cambiar? Lo de ayer, hecho está. Y lo de mañana no puedo predecirlo. Póngase a vivir hoy, que son unas pocas horas… y Buenos días

Anuncio publicitario