Todo sigue igual un año después del 15M

Cuando se cumple el primer aniversario del movimiento 15M, una gran iniciativa que trata de decir ¡basta ya! a la clase dirigente, caigo en la cuenta de muchas cosas. En primer lugar, que el movimiento ha servido de bastante poco, puesto que se celebraron elecciones y nadie ha cambiado su forma de pensar y de hacer política, tampoco las minorías tomaron cuotas de poder como se pretendía.. La segunda cuestión, no menos importante, es que ante la situación que estamos viviendo, siempre somos los ciudadanos de a pie los que pagamos los platos rotos, llevando a cabo  manifestaciones equivocadas.

Mi primer argumento, por desgracia es cierto. «no ha servido de nada» o de muy poco toda la movida del 15M, que en principio pareció como el principio de un gran cambio social, el comienzo de una nueva forma de entender y hacer política. Pero no ha sido así. Un año después, las cosas siguen igual o peor, si cabe. No han hecho caso a las reivindicaciones que se hacen desde la ciudadanía. ¿por qué? La razón es bien sencilla. El movimiento 15M se ha diluido porque fue  importante, que se propuso la mejor manera de terminar con él: La indiferencia. También, creo que se trató de abarcar muchas cosas. No había un objetivo claro y definido. Se estaba en contra de todo y es evidente, que no todo está mal. No se tuvo, al menos que se sepa, una lista clara de reivindicaciones hacia la clase política que los ciudadanos pudieran apoyar. Para muchos era un movimiento bonito, pero no se sabía por qué. Creo que el 15M debería ser un movimiento ajeno a cualquier idea política, religiosa, partidaria y que manifieste únicamente el hartazgo que tienen los ciudadanos hacia una clase dirigente que nos ha llevado a la bancarrota, sin tener en cuenta el signo político del partido que gobierne. Pero obviamente, es muy difícil abstraerse a las presiones de todos lados sobre los indignados.

La segunda situación que nombraba al principio  tiene que ver con las manifestaciones y oposición en contra de los recortes que desde el gobierno se imponen. Estamos protestando equivocadamente. Estamos protestando contra el efecto de la situación, pero habría que protestar contra la causa. ¿Quienes lo han causado? Pues muy sencillo unos políticos ineptos que se han gastado mucho más de lo que debían. ¿y quienes tienen que pagarlo? El ciudadano de a pie.

El otro día leía que España es el país donde existe mayor número de políticos de la Unión Europea, duplicando en muchos casos a otros países. y ¡nadie habla de esto!. Es decir, si hay que recortar, se recorta de derechos sociales, pero nadie, que se sepa, ha pedido un recorte en el número de representantes en las administraciones. En particular, se ha puesto en el ojo del huracán a las comunidades autónomas. ¡por algo será! No se puede ni se debe mantener una maquinaria inútil. Especialmente, cuando la situación es tan grave como la que tenemos. Es decir, hay un número importante de políticos, presidentes, consejeros, directores generales, jefe de servicio, adjuntos… En lugar de reducir esos gastos, la opción que han pensado como ideal es reducir los derechos de la ciudadanía, con recortes, aumento de impuestos, mientras se sigue alimentando al gigante de la administración que es el causante de este problema.

Desde luego, no se entiende como de una vez por todas, los gobernantes no escuchan al pueblo para poner manos a la obra y reducir de donde se causa el problema, que es la propia clase política. ¿A qué esperan? ¿a que la conflictividad vaya en aumento y genere problemas peores?

Finalmente, en la introducción aludía al desenfoque de las manifestaciones públicas. Las marchas que se multiplican en todo el país, están mal dirigidas, porque se hacen para impedir los recortes, cuando lo lógico seria que nos manifestásemos para pedir que se vayan los que no han sabido administrar nuestros dineros, por tanto realizamos manifestaciones equivocadas. No habría que pedir menos recortes, sino que haya un cambio de mentalidad, una verdadera vocación de ayudar a los demás, que debiera ser el norte de cualquier persona que se dedica a la política

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