Como algunos sabrán, llevo algunos meses viviendo como espectador la enfermedad de un familiar. Pongo lo de espectador a posta, porque por mucho que quiera alguien imaginarse el sufrimiento y el dolor de la persona enferma, estoy seguro que no conseguiremos comprenderlo mínimamente. Por eso consolamos, acompañamos, tratamos de hacer más llevadero ese difícil proceso. Por eso lo de «espectador» y no, como alguien pueda pensar, por no implicarse, como podría sugerir el término. Sin embargo, el objeto de la reflexión es otro. Tras este tiempo viviendo de cerca la enfermedad y el dolor, llevo al convencimiento de que el padecimiento humaniza, nos hace más personas, más comprensivos, más solidarios…
En el tiempo de estancia en el hospital era frecuente, incluso en los momentos más difíciles, ver la sonrisa cálida del personal. Durante ese tiempo también se hicieron amistades entre quienes convivimos con el dolor a diario. La ayuda de unos a otros, la solidaridad, el apoyo, es muy frecuente. Se experimenta la solidaridad en grado máximo cuando se vive a diario en estas circunstancias. Existe la ayuda, la cooperación, comprensión, entre quienes están pasando por un trance difícil. Es obvio, que siempre hay excepciones que confirman la regla, con personas que son intolerantes e incapaces de experimentar la solidaridad, el amor humanizador de la enfermedad. Pero, al fin y al cabo, el balance que realizo es positivo. Es decir se detecta en estos ámbitos mayor comprensión y ayuda que otro tipo de sentimientos.
Ahora, ya en una estancia más relajada, como es el de un centro de atención y acogida, para ese familiar, también se experimenta ese sentimiento de ayuda y cooperación entre quienes visitan a sus familiares. Es frecuente, ver como voluntarios y allegados colaboran en las tareas propias de los auxiliares, desplazando sillas de ruedas, ayudando en los momentos de la comida a todos los enfermos, cooperando en cualquier tarea o servicio que se requiera, aunque, no se tenga la obligación de hacerlo.
Es por tanto, el dolor humanizador. Nos hace más sociables, comprensivos cooperadores. Por eso, cuando vemos en la televisión una catástrofe, somos incapaces de comprender los motivos que llevan a las personas a ayudarse unos a otros. Seguramente la respuesta está en el título de esta reflexión: «El dolor nos humaniza», seguramente en un intento de protección para nuestros semejantes y, por tanto, como forma de asegurarnos nuestra seguridad. Tal como lo haría cualquier miembro de un colectivo o manada en el reino animal. Sin embargo, esa ayuda y solidaridad voluntaria en cualquier momento y a cualquier persona necesitada, creo es un sentimiento propio de las personas que estamos llamados a desarrollar. Seamos, por tanto, más humano.
Comparto todo tu comentario,amigo mio y que la Gracia Divina continúe ahí,Un abrazo para tí y tu familia.
Asi es amigo, el dolor y las necesidades une generalmente al hombre, espero que la FUERZA te acompañe para sobrellevar lo que sea. Buen dia y mucha FUERZA.