Un artilugio divertido

En la Isla baja en Tenerife he visto en dos fines de semanas consecutivos un artilugio divertido. Consiste en un tiovivo que no necesita de energía eléctrica, sino que es impulsado por la acción de una bicicleta impulsada por el pedaleo de un animador, que mueve y divierte a los más pequeños. Para colmo de simplicidad, el tiempo de estancia de los niños en la atracción está controlado con un reloj de arena.

En estos tiempos donde existen dificultades para muchas personas, aparece nuevamente la máxima de «la imaginación al poder». Este tiovivo es una muestra de ello, simpático, ecológico y divertido. Los caballos del tiovivo están confeccionados con neumáticos de coche, colgados con sogas e impulsados por la acción humana. ¡Fantástico! Muchas personas se arremolinan en torno a esta atracción por lo llamativo e interesante de la misma. Los niños se divierten, además, porque el animador—impulsor del tiovivo divierte a los niños con comentarios y bromas mientras se balancean.

Cuando usamos la imaginación todo cambia. Cuando la positividad nos invade todo es diferente a nuestro alrededor. La simpatía, la sonrisa, la alegría que desbordan los niños, muchas veces contagiosa, posibilita ver la vida de otra manera. Así debería ser nuestra actitud. En positivo, alegre, con una visión divertida de las cosas. Este artilugio, desprendía precisamente esa alegría y dinamismo que nos dan los niños. Con esa inocencia que ellos desprenden, sin prejuicios ni etiquetas, sino dejándonos cautivar por cosas sencillas como un tiovivo o balancín divertido como el que vemos por este norte de Tenerife en estas fechas.

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