Reflexiones electorales

La semana pasada comenté el estado de un amigo en facebook, pese que me había propuesto no volver hacerlo, porque siempre hay opiniones de opiniones de opiniones y al final acabo pringado. Este amigo comentaba que era de un partido político y no se arrepentía ni lo ocultaba. Yo le felicitaba por ello, porque defendía su ideología, y curiosamente por utilizar esta palabra, «ideología», llegaban los “contracomentarios”, porque no se podía hablar de ideologías, como si fuera en el siglo pasado.

En el comentario le decía que no compartía la ideología del partido, quizá tenía que haber puesto que no compartía el ideario de ese partido, porque se acerca más a la realidad de lo que quería expresar, porque no me considero afín a ningún partido, aunque creo que he votado por casi todos y ninguno me convence, aunque me encanta la política. Una política entendida como esa vocación de ayuda a los demás, como una posibilidad de colaborar con las personas para conseguir que su vida sea lo más feliz posible.

Casi con toda probabilidad hoy, tras las elecciones generales, gobernará el Partido Popular, un partido que tiene cosas que me gusta, lo mismo que lo tienen los socialistas, los nacionalistas e Izquierda Unida. Sin embargo, por encima de todo debe estar la democracia que entiendo como la posibilidad que tiene el pueblo de decidir sus propios destinos.

En mi pueblo de adopción, Buenavista del Norte, se está haciendo una política que me gusta. En estos primeros meses de mandato han efectuado dos iniciativas dignas de salir en la primera página de los periódicos, porque no es la forma habitual de gobierno. La primera de ellas, y más reciente, es relativa a la participación ciudadana. Casi todos los ayuntamientos tienen un reglamento que regula tal participación, pero en realidad es un estatuto tan desconocido como efectivo. Bien este ayuntamiento llevó al último pleno una propuesta en la que cualquier iniciativa avalada con la firma del 5% de la población tiene carácter de moción y debía tratarse en el pleno. En este pueblo, por tanto, con la firma de 300 vecinos una iniciativa puede ir al pleno y ya está, sin más reglamento ni historias. La otra iniciativa es relativa al nombre de calles. Hace unas semanas me encontré con un cartel con una serie de reuniones vecinales por barrios para decidir el nombre de algunas calles del municipio. Desconozco si llegó a buen puerto la idea, pero ¿qué ayuntamiento realiza iniciativas parecidas? Generalmente los gobernantes, una vez elegidos, suelen sentarse en la poltrona y olvidarse de aquellos que le votaron, hasta dentro cuatro años.  Esa es la democracia que tenemos y con la que tendremos que seguir, porque lo único que prima es el poder y, los que lo ostentan, no quieren soltar esa forma de gobierno. Me da la impresión que un buen sistema sería la listas totalmente abiertas y con limitación del ejercicio del gobierno.

Hoy saldrá de las urnas un gobierno que tendrá la difícil misión de sacar al país de un lodo de crisis complicado. Lo único que le pido es que hagan bien las cosas. ¿Qué supone hacer bien las cosas? Sin deseo de entrar en debates políticos, lo que no se puede hacer es dar dinero o ayudas para al poco tiempo quitarlas. No se debe cambiar la velocidad de las autopistas para luego volver a dejarlas como estaba. No se debe hacer gastar un montón de dinero a los restaurantes en acondicionar locales para fumadores, para luego prohibirle usarlos. No estoy en contra del PSOE, porque también han hecho cosas buenas, pero creo fundamental un buen gobierno, con una buena dirección y seguridad, como lo hizo Suárez, Aznar o Felipe González. Con errores y con aciertos, pero con una dirección, que dé seguridad y confianza al país.

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