Recibir también es importante y, a veces, seleccionar a quien dar, también.
Uno de los inconvenientes que le encuentro al Twitter es la imposibilidad de un dialogo amplio, argumentado, ya que las intervenciones se limitan a 140 caracteres. Ayer por la mañana leí esta frase y me gustó por eso la tuiteé. Decía algo así como el título de la entrada: «Entregarse a los demás da la felicidad». Sin embargo, una de las maravillas del tuiter es, precisamente, como dice un amigo, que siempre se estornuda, alguien dice «salud». De modo que recibí una respuesta al tuit con frase que aparece en segundo lugar «Recibir también es importante y seleccionar a quien dar, también».
Es, sin duda, otra reflexión importante que refleja la forma de actuar de hoy en día. Por supuesto no la critico, sino que reflexiono sobre ello. Nos encontramos en una sociedad de intercambio, muchas veces discuto de ello con los alumnos. Vivimos inmersos en un intercambio: yo te doy si tú me das. Me enamoro, si te enamoras de mí. Doy algo, para recibir algo. Porque no llegan a entender que el verdadero amor es entregarse sin pedir nada a cambio. El verdadero amor es aquel procura la felicidad del otro. Les digo que el verdadero amor es aquel que, cuando amamos a alguien y sabemos que esa persona no nos corresponde, somos capaces de ayudarle a conseguir a la persona de quien está enamorado/a. Llegados a ese punto me dicen que estoy loco y se acaba la discusión.
Entonces ¿por qué en entregarse a los demás está la felicidad?
Enumeraré, bajo mi humilde punto de vista, algunas razones:
1.- Siembra para recoger: Es muy conocido este dicho: «Recogemos lo que sembramos». Por tanto si lo que pretendemos es recibir, tenemos que entregar. Si me doy a los demás, los demás también han de entregarse. ¿Alguna vez que se entrega una sonrisa se recibe una lágrima? Generalmente no. Cuando sonreímos a alguien, normalmente nos devuelve cortésmente esa sonrisa. Algo así como la cadena de favores. Se han realizado estudios que constatan que si un conductor que cede el paso a otro en la carretera, unos pocos cruces más allá, ese conductor hará lo mismo con otros. Por tanto si queremos recibir tendremos que dar… y cuanto más entreguemos…
2.- El egoísmo provoca egoísmo: Fijémonos en los niños. Ellos actúan generalmente sin presiones ni prejuicios. Si un niño durante el juego, decide no compartir sus juguetes, los otros también tratarán de acaparar juegos para hacerlos suyos y no prestarlos. Se trata de es tan conocido ¡MIO! El yo tengo provoca que «el otro lo desee». Sin embargo, el compartir provoca generosidad. Entregar provoca entrega. La posesión provoca envidia.
3.- Muchos sabios han invitado al desprendimiento: No sólo en las religiones, sino aquellos que hablan de los trucos para la felicidad, hablan del desprendimiento como una de las condiciones necesarias para hallar la dicha. Las posesiones materiales, el deseo, interrumpen nuestro camino hacia la felicidad y la alegría. ¿Por qué? Muy sencillo, avalado por otro dicho o refrán: «No es más feliz quien más tiene, sino el que menos necesita», porque el que menos necesita vive y disfruta con lo que posee, sin pedir recibir nada a cambio, sin esperar nada de los demás. Es necesario, por ello desprenderse de cosas materiales para encontrar la felicidad.
Podría seguir añadiendo más argumentos. Pero no es la intención de estas reflexiones extenderme demasiado. Pero sí que quería finalizar con una última idea. «La sociedad en la que vivimos no ayuda ni a la generosidad, ni al amor ni a la felicidad». Aunque no se puede culpar a nadie, porque la sociedad es como todos la construimos, no es un ente raro, ajeno al mundo, sino que somos todos. Desde pequeños nos educan para el egoísmo para el triunfo y el éxito personal, no para compartir. En una campaña de solidaridad una alumna en clase afirmó «No voy a renunciar a mi paga semanal para dárselo a los hambrientos». ¿Increíble? Pero cierto. No fingía, simplemente dijo lo que sentía. ¡Qué se busquen la vida! Así concluyó su intervención. Tremendo pero cierto. Ese es el modo de pensar que tenemos: «mientras yo esté bien, me importa poco lo que suceda en el mundo» Yo quiero recibir mi paga, tener una buena casa, un coche y una vida resuelta…
Hacia la mediana edad, cuando todas esas cosas están conseguidas, porque casi todos en la parte rica del planeta conseguimos cierto grado de bienestar, empezarán los problemas, sencillamente porque esa no es la felicidad. ¿Qué nos llevaremos de este mundo, si es que nos llevamos algo? Nuestra experiencia, todo lo que amamos. Ni el coche, ni la casa, ni el dinero… Nada de eso servirá de nada. Nos pasamos la vida calculando «si entrego esto me darán lo otro, espero recibir por esto que hago…» Nos llevaremos lo que amamos. Nos recordarán por nuestra generosidad y no por nuestras posesiones.