Siempre he considerado los grandes centros de atención médica como lugares de sentimientos opuestos. En los hospitales se mezcla la alegría del nacimiento de un hijo, con la tristeza de la muerte de un familiar querido. Brota alegría y felicidad por un lado y desdicha e impotencia por otro.
El tiempo es especialmente largo en los hospitales. En eso todos están de acuerdo. Las salas de espera atrapan el tiempo, parecen concebidos para que el segundero camine más lento de lo normal. El tiempo allí es tedioso, triste, cansino… Todos los recintos son entendidos como sitios de férrea convivencia durante unas horas, son espacios impersonales, sin cuadros, sin imágenes, sólo pared y asientos. Terribles e incómodos asientos. Entendemos, ayudamos, hablamos con aquel que también tiene la desazón por la espera triste o por la alegría de un llanto nuevo.
En cierto modo el hospital es como el cielo. Es la puerta de entrada y salida. Es un lugar de tránsito como una terminal aviones en la que unos van y otros llegan. De igual modo que en el aeropuerto la terminal de llegadas y salida están distantes. No se encuentran los que llegan con los que se van. Existe también una zona intermedia, muy amplia, la zona de reparación, donde se interviene y se mejora la salud de las personas, lo mismo que en los talleres se repara el avión que puede permanecer volando o debe aterrizar para despedirse y abandonar por la puerta de salida.
Se llora en los hospitales. Unos de emoción y contento, otros de desconsuelo. Esa ambivalencia presente en este extraño lugar es la que hace la vida efímera y misteriosa. Llegamos por una puerta, de igual modo que el extranjero a sus vacaciones, para aprender, acumular experiencias y sobre todo para amar… hasta que esa existencia está repleta y luego parte.
Además, ningún vuelo viene equivocado. Aunque algunos piensen que están deteriorados, averiados, que mejor no hubieran venido… Todo trayecto tiene un sentido. Nadie viene por nada, todo tiene explicación. Ningún avión despega sin tener su ruta. Una trayectoria que puede ir variando dependiendo del viento, de las condiciones…
Los hospitales, extraños lugares ambivalentes donde unas veces toca reír y otras llorar. Pero en cualquiera de los casos para seguir aprendiendo más de la vida, tan llena de cosas distintas…