Desconozco quien dirige los destinos del turismo en cada una de nuestras Islas Canarias, pero bajo mi humilde punto de vista «mete la pata hasta el fondo». Ayer se me pusieron los pelos como escarpias al visitar la zona sur de Tenerife y ver carruajes de caballos que paseaban a turistas por diferentes lugares de la costa. Considero que el turismo en nuestras islas debe tener dos ingredientes fundamentales en el que muchos estamos de acuerdo: El primero de ellos es nuestro clima, con buenas temperaturas todo el año y el otro factor, que muchos todavía no entienden, podría ser nuestra cultura y tradiciones, pero lamentablemente, se la están cargando.
Por desgracia no tengo la suerte de viajar demasiado, pero las veces que he viajado, por ejemplo a cualquiera de nuestras islas, lo que quiero es conocer el lugar, la cultura, la gastronomía… Así cuando he estado en la Gomera, me ha encantado el potaje de berros, la miel de palma, el almogrote… En El Hierro, las quesadillas el buen pescado en La Restinga, de La Palma, los ricos postres (buenísimo el Príncipe Alberto) y los quesos y así, podría repasar cada una de nuestras islas, donde sí he podido estar en algún momento de la vida.
Lo que desde luego no suelo hacer es comprar quesadillas en mercadona, aunque sé que las venden, ni me gustaría ver el Roque Nublo en Lanzarote, sino dejarme cautivar por sus paisajes volcánicos, por ejemplo. Por eso insisto en lo que proponía al principio, quienes dirigen nuestro turismo se equivocan. Y lo hacen, porque seguramente cuando usted se encuentre con algún alemán en Alemania, le dirá que le encantan los carruajes de caballos típicos de Tenerife, o que le pareció estupendo la «lucha aborigen» medieval que vio en el castillo de san Miguel, todo eso con el beneplácito de nuestros gobernantes. No abogo porque vayamos vestidos de guanches, ni que todo lo que exista en nuestra isla tenga que ser más autóctono que la lava, sino que el turismo en nuestras islas se encuentra con pequeñas colonias de su patria en el sur de la Isla. Así encontramos numerosas pizzerías, desayunos ingleses, con lo que el visitante puede estar tranquilo por tomará comida, verá la televisión, le hablarán como si estuviera en su país, con lo que, al menos para mí, eso no es turismo.
Desde luego que no me gustaría comer un potaje de berros en Australia, sino un canguro (si es que se come). Tampoco me gustaría encontrarme con el Teide allí, sino impregnarme de todo lo maravilloso de aquel lugar. Por eso que considero que nos equivocamos, supongo que con el intento de hacer efectivo aquel eslogan fantástico de «isla amable», con el de ofrecer todo lo que el visitante quiere conseguir. Porque además, resulta que si por casualidad, el turista decide quedarse un tiempo aquí por mucho tiempo, no querrá comer potaje, sino que le traigan productos de su tierra y así flaco favor le hacemos a toda nuestra estructura económica y supongo que no digo nada nuevo, porque ya habrá comprobado que hay decenas de tiendas alemanas, inglesas, italianas, en nuestra isla y cada vez es más difícil conseguir nuestras papas o cebollas (que es la época).
Con todo, la opción correcta sería un equilibrio de manera que el visitante se quedara no sólo con el sol y la playa, sino que además se impregnara de nuestras cosas, llevándose el recuerdo de una tierra maravillosa, de manera que su recuerdo no fuera un carruaje de caballos, una lucha medieval o un parque acuático oriental, porque los buenos recuerdos no son sólo por el sol y la playa, sino por todo aquello que podemos vivir, sentir, degustar. Y las personas que dan los permisos para que un carruaje de caballos pasee turistas por el sur de la isla, debería pensar bien en estas cosas antes de conceder las autorizaciones para ese tipo de negocios que un flaco favor hace a nuestras islas.
alguien sabe el telefono del carruaje para contratarlo para una boda